Pero al final al televidente lo que le interesa es la historia. Ese cuento que busca seducirnos desde el primer capítulo de cada estreno, y que a veces es sobrepasado por la técnica, y a veces se sobrepone a pesar de ella. Así que para comenzar hablemos de la historia.
Correo de inocentes comienza con un paralelo entre la presentación de una mula colombiana que corona su viaje y la de una mujer de clase trabajadora en Bogotá que tiene una relación ligeramente más allá de lo profesional con su cliente de una oficina de abogados. Ese tejido de ambas historias nos permite plantearnos las preguntas de rigor: Quiénes son? Qué hacen? y cómo se entrelazan sus historias?
En un punto clave de la historia descubrimos una cálida relación de dos hermanas que trabajan haciendo contabilidad de empresas y luchan por sacar adelante su casa y sus vidas, una boda a punto de realizarse por parte del protagonista con su novia que no sabe manejar el licor, y una noche de romance con el hombre equivocado que pondrá a rodar los eventos de manera inexorable para Pilar Carrasco, una mujer que se sube al bus sin escalas al infierno pero que aún no sabe que ese bus va para allá.
No es una historia nueva, ni original, y es por eso que la encuentro tan oportuna; es una historia bien contada y eso se agradece en nuestra televisión tan apresurada por buscar el rating. El planteamiento de los personajes, la caída inevitable de Pilar en el conflicto central de la historia, las relaciones y nudos entre los personajes, el ambiente visual y cuidado de producción, todo está bien puesto en su sitio, y nos deja enganchados queriendo ser testigos de la caída en desgracia de esta mujer buena, querida, fuerte, y nos intriga por descubrir cómo sale del abismo.
La producción es una gran acierto. La fotografía de Diego Jiménez, ganador en el festival de Sundance por la fotografía de Todos tus Muertos, nos permite sentirnos en una película. Bogotá se ve moderna, urbana, metálica y opresiva. Los espacios son bien aprovechados por el camarógrafo y la luz se siente natural y sin excesos. Muy buen trabajo de colorización que complementa la fotografía cuidada y realista.
Las actuaciones merecen capítulo aparte. Sorprende un poco que un director tan joven como Klich López, reconocido más que todo por su trabajo en documentales, logre un desempeño tan homogéneo del reparto. Margarita está mejor que nunca; no le pedimos que sea otra… la queremos así; con su dejo valluno y sus frases cortas y miradas profundas; logra una Pilar muy creíble, madura y atractiva que despierta empatía desde el comienzo. Muy bien Victoria Góngora como la hermana desparpajada; la relación de ambas es lo mejor de la serie; sus diálogos tienen muy buen ritmo y textos que de lo naturales parecen improvisados; es como ver charlar a dos viejas amigas que se quieren y apoyan incondicionalmente. Salvador del Solar está justo para su rol; hasta ahora muestra la debilidad de carácter típica de cualquier vecino de oficina; cumple. Cristina Campuzano está a la altura de su personaje en lo corto de su participación; se ve linda con un poco más de peso y revela su debilidad como presagiando que algo pasará más adelante con ella. Ricardo Leguízamo genera la incertidumbre del bacán equivocado que se hunde lentamente; bien medido su personaje. Quedamos con ganas de más Laura García; queremos ver cómo se desenvuelve su personaje para recordar esas épocas de la mujer de 4 en conducta; por ahora es un papel que podría haber hecho cualquier otra actriz madura; esperamos más.
Bien manejados los terminales aéreos de Bogotá y Cidudad de México. Muy parecidos pero al menos tuvieron cuidado de modificar la colorización para diferenciarlos. En general el trabajo de ambientación, el planteamiento de las diferencias sociales, costumbres, limitación económica de Pilar vs. buena estrella de Sergio, los espacios urbanos, han sido manejados con cuidado y atención a los detalles; es tan armónico el trabajo de Arte y Fotografía que Transmilenio se ve tan atractivo y post-moderno como el Metro de Nueva York que nos venden en las películas (la realidad es, de lejos, muy diferente).
Pero como en todo vestido tiene que haber lunares aquí van algunos que, aunque notorios, no le quitan todo lo acertado de esta producción.
-El sonido: En ocasiones, en especial en el cambuche del "jefe", una mezcla de mala vocalización y mala post-producción de audio, genera confusión en los diálogos. Se sienten poco claros, con demasiados brillos, y pobre ecualización y proporción de volumen.
-La Edición: Por momentos el montaje tipo videoclip, sumado a algunas cámaras excedidas en su movimiento, generan confusión y mareo. El problema es más notorio en televisores grandes; el ritmo no se genera tanto con muchos cortes ansiosos, como por dinámica en los diálogos y eventos, y la edición debe permitir una lectura clara de la historia sin desorientación; hay que decir que la mayoría del capítulo ofrece una edición que, aunque rápida, permite seguir la historia, y este problema se nota más que todo al principio y en algunas transiciones de espacio o tiempo.
Para resaltar:
-El ritmo de la historia; el director no se anda con rodeos; vamos a lo que vamos; presentación de personajes, planteamiento de la trama romántica, conflicto del protagonista, conflicto de la protagonista, historias paralelas que más adelante afectarán a ambos, climax, créditos y se acabó. La economía de recursos narrativos es a veces mejor que el exceso; y este es un muy buen ejemplo.
-Los créditos al final del capítulo: Qué bien que los técnicos, creativos, personal de apoyo de un producto tan largamente esperado y de tan alta calidad puedan ver sus nombres en la pantalla. La guerra del rating ha creado una afán por no dejar tocar el control, y en este escenario se agradece que RCN muestre un poco de respeto con quienes producen sus éxitos en lugar de cortar abruptamente a la primera escena del producto siguiente; buen trabajo muchachos; gracias por su grano de arena.
-Gente de cine haciendo TV: Eso es lo que vemos; desde el gaffer, luminotécnico, editor, sonidista, asistente de dirección… en cada cuadro se nota la mano de gente que sabe y hace cine; esto eleva el estándar de la TV y plantea el reto a la competencia y al mismo RCN de crear productos novedosos con tratamiento de alta factura.
-CMO: Ya habían hecho productos para la pequeña pantalla; pero este supera de lejos los anteriores esfuerzos. Se nota una madurez creativa y técnica que nos permite esperar aún meojres cosas por venir.
Correo de Inocentes arrancó muy bien como producto; falta ver los resultados de rating, pero es predecible que la estrategia de ponerlo en medio de productos que funcionan le permita mantener la franja. Independientemente del número, qué buen esfuerzo, cómo se nota la inversión y qué bueno ver de regreso a la Margarita de la que nos enamoramos: No la presentadora descuidada de concurso trasnochado, no la cantante experimental, no la diva ausente, sino la mujer de carne y hueso que puede ser cualquier colombiana verraca que termina pagando las consecuencias de tomar una mala decisión llevada por el desespero del amor.
Volvió la mejor Margarita posible, y queremos que se quede. Amén.
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